El caballete:

Escritura semanal de pequeñas historias por un grupo de personas con mucha imaginación y poco tiempo libre.


6° ronda: lágrimas

Palabras utilizadas:
Lágrima, mecanismo, predecir

Mi maestro iba de pie en el centro de nuestro rupestre bote. En medio de aquel inquebrantable silencio, el remo creaba ondas en la superficie del agua turbia; mientras una estilizada neblina se enrollaba a su alrededor como anillos concéntricos.
                Me había hecho levantarme antes del amanecer, y en silencio lo había seguido a esta costa; tétrica como la misma muerte.  Habíamos agarrado algunos dientes de león cerca del agua para luego dirigirnos al muelle para emprender el viaje. Nada alteraba estas aguas, ni siquiera un pez asomaba su cabeza en busca de pan; solo el remo era un disturbio en la serenidad de aquel llano desierto.
                Mi maestro, que solía mirar al vacío, me dirigió su mirada y entendí el mensaje; ambos nos arrodillamos, oramos en susurros individuales; cada quien pronunció una palabra de algún viejo rey o dios antiguo y por último purificamos nuestra aura con algún hechizo sencillo. Volvió a mirarme; el preludio había terminado.
Como pensé que esperaba que hiciera algo; miré la superficie del agua, y pensé en tocarla suavemente con la yema de mis dedos; pero un remo me detuvo. Una criatura de niebla me observaba fijamente. Caí hacia atrás sorprendido; no había visto cuando se había hecho presente.
-Debes conocer el mecanismo de la naturaleza –dijo mi maestro bajando el remo con el que me había detenido de hacer una imprudencia- ella no te favorece ni te es hostil –diciendo esto extendió uno de los dientes de león fuera del bote. Aquella niebla, con forma quizás de un zorro se acercó y comió la parte superior de aquella hierba; dejando solo su tallo; y se desvaneció tranquilamente.
-conocer el mecanismo… -susurré para mí. Mi maestro extendió el tallo hacia mí.
-toca con él la superficie del agua y levántalo –dijo él, y así lo hice. Una gota se aferró al tallo. Era transparente y lozana. Busqué la forma de comprender aquello; el porqué de todo este viaje; pero el significado me llegó abruptamente.
Veía sumamente borroso; luces encandilaban mis ojos y los hacían arder. Sentí el desenfreno de llorar. Un mar de sentimientos confusos y nerviosos, sonidos, luces, personas que no conocía. Ante la impotencia de mis movimientos solo gritar parecía una solución lógica. De repente el contacto con algo cálido; veía un poco mejor y distinguía una cálida piel, una persona familiar quizás, no más; de repente el latir de un corazón conocido hizo detener toda mi perplejidad y sentirme en casa.
Abandoné aquel espejismo algo perplejo respirando agitadamente; acababa de vivir un recuerdo que no me pertenecía. Mi maestro me pidió que repitiera el proceso cuanto antes. Sabía que no respondería preguntas hasta que lo considerara necesario así que obedecí. Una nueva imagen apareció ante mí.
Sostenía flores blancas en mi mano derecha; delante de mí una estación de tren. Sentía en mi interior nerviosismo y esperanza mientras caminaba por aquel lugar buscando un rostro. Mis pasos se detuvieron; viendo aquella mujer; causante de aquellos sentimientos montarse en el vagón, agarrada de la mano de otro hombre. Me vio a lo lejos y me dirigió una mirada triste, de disculpa. Supe entonces que aquella esperanza de que no se marchara no tenía fundamento. Una lágrima cayó al piso de aquel andén en compañía de unas flores blancas.
Se desvaneció aquella ilusión; nuevamente me encontraba respirando agitadamente en el bote y mi maestro me permitió descansar un minuto en silencio. Lo miré interrogante y el asintió. Volví a levantar una gota con la punta del tallo. Podía predecir que pasaría ahora.
Agarré su mano fuertemente; incluso antes de abrir los ojos. Mi hija me miraba tristemente. Atrás su hermano estaba en el sofá sosteniendo su cabeza. Apretó mi mano y la colocó en su mejilla; y vi como mi arrugada piel contrastaba con su lozano rostro. Estaba ya cansado de aquellas silenciosas despedidas. Solo notaba aquella inconsolable tristeza en los ojos de mis hijos; los demás habían venido solo por deber; y sus palabras vacías y mecánicas me agotaban.
-cuida de tu hermano –susurré, sentía miedo de marcharme, así como de dejarlos
-lo haré papá –dijo ella con voz quebrada. Una lágrima resbaló por mi mejilla.
Aquella nueva ilusión acabó y me senté nuevamente. Mi maestro tomó el tallo y lo guardó. Ofreció a aquel guardián un último diente de león y empezó a remar de regreso.
-Estas aguas contienen los sentimientos humanos más profundos –dijo mi maestro. Miré la superficie del agua, entendiendo que cada una de esas gotas era un momento de la humanidad –Estas aguas son un reservorio de esperanzas y desesperanzas, de sueños cumplidos y de sueños rotos; cada lágrima de la humanidad está contenido en este lago; con ello el recuerdo y la esencia de aquellas personas; de aquello que moldeó su ser; esto es lo que le confiere  magia a este lugar.
Subí al muelle viendo a lo lejos la criatura de niebla alejarse de la costa al haber cumplido su trabajo.

Escrito por: daya.dmg

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