Con una mano movió el vidrio de aumento que le servía de lupa. En el mismo se reflejó su ojo desfiguradamente grande mientras unas pinzas color ocre suspendían su trabajo frente a él. Se acarició la barba semicrecida con cansancio, porque últimamente los clientes, así como el trabajo, se habían incrementado. Afuera se escuchaba un tic-tac-tic-tac mientras se observaba un cielo estrellado.

-¿seguirás aquí?-preguntó su socio agarrando su abrigo, con la clara intención de marcharse por ese día.

-sí –dijo el primero con voz cansina; pero con ánimo en los ojos- estoy dando los últimos acabados a un nuevo modelo pero apenas revise un par de detalles me marcho a descansar- Su socio lo miró suspicaz.

-como prefieras; nos vemos –Tomó su sombrero y salió por la puerta de aquel establecimiento a un paisaje blanco, con otras 11 edificaciones más, todas equidistantes entre sí, y cerca de los bordes de aquel mundo que se precipitaban al vacio; y en el centro de aquel aberrado lugar tres  brazos de un ser mecánico se desplazaban lenta y acompasadamente.

El primer hombre continuó trabajando. Frente a él se encontraba el fruto de su trabajo: un camafeo esférico color tierra, tallado en toda su superficie con una figura irreconocible. Lo abrió nuevamente analizando  el  acabado del centro rojizo de la pieza e hizo un par de correcciones rápidas. Confirmó que la gravedad estuviera bien configurada una vez más. Revisó los últimos engranajes que había agregado esa tarde. Cerró la pieza. Buscó en la estantería de sus herramientas un contenedor, similar al de los dentífricos y se sentó nuevamente a trabajar; esta vez vertiendo el contenido azul del contenedor en la pieza, y éste rellenó todas las aberturas de mayor profundidad y algunos surcos un poco más altos.

Retiró el vidrio de aumento y tomó su trabajo terminado en su mano, admirándolo.

-es hora de darte cuerda pequeño.

Y todo comenzó nuevamente.

Escrito por: Daya.dmg el 5/mar