El caballete:

Escritura semanal de pequeñas historias por un grupo de personas con mucha imaginación y poco tiempo libre.


Hazme viento

“Hazme viento, para acariciar la hierba y ser amante de los susurros,
Hazme trueno, portento terrible de la tormenta,
Hazme aliento de aquellos que hablen de inspiración
Hazme firme como la roca y hazme enamorado del amor”
Las cosas por aquí podrían estar peor. Hace ya dos días que cerraron todas las estaciones y el ejército declaro la emergencia, los camiones con comida que entraron a la ciudad fueron requisados al oeste de la planta embotelladora y no hemos escuchado nada más de ellos a excepción de lo que se rumorea en el mercado negro, ayer gracias a Dios logre encontrar harina y algunos granos que casi pierdo cuando algún niño idiota sintió la necesidad de gritar “¡redada!” en la mitad del mercado. Ya estamos acostumbrados a correr a la menor señal de ellos, la mera visión de águilas doradas en la puerta logra desmayar a los ancianos y esa pequeña broma logro que muchos fueran pisoteados en el caos de la salida. Si, las cosas podrían estar peor, las patrullas cada vez se vuelven más constantes y en cada redada se llevan a más gente pero el obispo nos aseguro que se trata solo de criminales y gente que debe ser reubicada “por el bienestar de todos”, pero esos criminales no son más que obreros y representantes sindicales.
Realmente no lo entiendo ¿Cómo llegamos hasta aquí? Hace siete años no hubiese creído de la boca de nadie que existirían ligas de jóvenes nacionalistas o que todos los partidos simplemente se esfumarían, bueno, no todos. Hace seis años realmente no me importaba a decir verdad, muchas ocupaciones y mucha vida propia para ir a pelearle yo al partido de turno. Nadie me explico ese acertijo, esa cualidad irónica de la vida que algún sabio debió enunciar alguna vez seguramente frente a sordos de conciencia, ahora mis ocupaciones y tareas se derivan de esa lucha que nunca dimos.
“Pecado fue el mío de inocencia y será el tuyo de soberbia”
Debo mantener esto corto, el toque de queda está por comenzar, lo anunciaron esta mañana mientras desocupaban a mi vecina la Señora Drescher, a sus 78 años no estaba muy feliz de ello, espero a su hijo que termine de despedirse, tiene un automóvil y dijo que me llevaría hasta la oficina de correo, será esta la última carta que recibas de mi en un tiempo, debo hacer lo que debo hacer; además escribir en un cementerio es difícilmente inspirador.
Simón Blasco

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